El espacio monocroma, que parece una escenografía en la que los visitantes son los protagonsitas, se organiza por una serie de mesas en las que caben tanto grupos como parejas, con la distancia suficiente para que cada uno pueda disfrutar de cierta intimidad.
Las estructuras de acero que simulan la forma de unos árboles se convierten en las patas de las mesas en la parte inferior, las cuales se pueden acomodar de manera que el cliente tenga múltiples ocupaciones para escoger asiento. De las ramas que sobresalen en la parte superior se pueden colgar chaquetas, sombreros, bolsos.
El minimalismo del diseño con su reducida gama de colores no deja indiferente a nadie. El café se ha proyectado como un auténtico paréntesis en el día a día de una ciudad tan concurrida como Tokio, donde poder hacer una pausa alejado de los múltiples estímulos visuales de la gran ciudad.
En esta línea, pequeños platos de azúcar en forma de hoja reposan sobre las mesas, como si hubieran caído de los árboles.
El estudio id propone una solución minimalista y elegante para el diseño de este pequeño y evocador café con una imagen única. Un espacio invadido por la pulcritud del blanco en el que, como si de notas sobre un pentagrama se tratara, unas figuras de árboles aportan el ritmo.
Imágenes: N. Yamauchi
id inc.
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Café Ki